la curva siguiente
Diariamente hay situaciones que
son de difícil entendimiento, en un trabajo a largo plazo se abre el espacio en
el corazón y la mente para afianzar lo acontecido con nuestro motivo en este
momento, en esta tierra, en esta instancia.
Muchas veces se puede hablar de
ingenuidad, por buscarle un sentido positivo a todo, pero sinceramente.. es todo y lo único que tenemos, son los acontecimientos, nuestras acciones, pensamientos y
sentimientos que marcan un antes y un después en nuestra vida. Sin ir más
lejos, quien no es capaz de darle un sentido a todo lo que ocurre en su día, difícilmente
sabrá lo que es la felicidad, más importante aún le costará dar un sentido a la
vida.
Cada error situado en un
contexto, tiene algo por entregar, ya sea para los creyentes que instauran la
responsabilidad de dios en cada uno de sus aprendizajes, así como aquellos que
se hacen responsables de cada uno de sus tropiezos y revueltas experimentadas
en la vida cotidiana o en hechos fortuitos.
Cada día entrega nuevos
conocimientos a partir de lo que vivimos, no de modo en que lo merecemos, sino
en el modo en que lo necesitamos. No se puede dejar de lado que el error humano, es parte fundamental de muchos tropiezos, pero quien no procede a comprender
que somos imperfectos y que el de nuestro lado nos puede fallar, no quiere
entender que todo depende de uno y que superar lo adverso ayuda a sostener a
quien está a tu lado y mejora su vida, sin tener la consciencia de querer
hacerlo.
Puedes estar a pasos de terminar
un proceso, a metros de comenzar uno nuevo y difícilmente te podrías dar cuenta
en ese preciso momento a lo que te enfrentas, a la magnitud de los
acontecimientos y los aprendizajes que te puede traer, porque somos humanos y
entendemos por medio de la experiencia, sin importar la interpretación que podríamos
darle en temprana instancia, de seguro cambiará con el pasar de las acciones y
lo que conlleva un momento y otro, sin dejar de lado lo importante, el sentir.
Lo importante de cada momento, de
cada instante, es lo que sientes, en lo que crees y lo que te mueve… esa
sensación de satisfacción cuando realizas algo, ese amor por lo que haces y no
el “hacer lo que quieres”, ese ardor que proviene de tu interior y crea nudos
en tu garganta, mientras pasan los segundos, mientras se manifiesta el pulso,
mientras generas un suspiro, en ti o en quien te acompaña cuando te mira
fijamente a los ojos.
No olvides que esta vida es una,
que cualquier momento puede ser el último, que esta vida no es perfecta, porque
nosotros no somos perfectos. Si lo fuéramos, nuestra vida dejaría de tener
sentido, así como para los inmortales, que no conocen el sentido a su vida, por
no sentir la muerte. Vive a cada momento, amando lo que tienes, luchando por lo
que anhelas y valorando los procesos que te hacen crecer más de lo que crees en
primer momento. Deja de lado todo aquello que te acompleja, porque de seguro eso
es lo que te aleja de tu sentido en esta vida, eso que te despoja del llanto de
satisfacción y de dar cuenta sobre lo que significa subir un escalón.
Agradece a cada momento, el
sendero que haz creado, porque de seguro ese camino te llevara con sus
tropiezos y aciertos a lo que mañana será tu vida y felicidad completa.
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