Esencia Impredecible

Los predecibles a diario se preguntan ¿para que vivimos?

Está más que claro que vivimos para cumplir nuestros sueños, vivir de lo que queremos y no de lo impuesto, encontrar nuestra satisfacción y felicidad interior.

Muchos tienen conocimiento de lo teórico, basado en pinceladas, pocos tienen conocimientos de la práctica, mucho más complejo, se olvidan de lo que realmente nos motiva a realizar procesos y conseguir sueños.

Cada uno de nuestros pasos en nuestra vida, tienen sentido, nada es por coincidencia. Cada caída y mancha de barro tiene su argumento y sustento, son manchas imposibles de borrar, puesto que con el tiempo son manchas de barro que se transforman en piel, para así hacer invisible en el resto nuestras caídas y experiencias, pero haciendo sentido a nuestra vida y proceso en esta tierra.

Algo importante, que muchos olvidamos, así como olvidamos el sentido de nuestra vida, es el hecho de que somos seres sociales, por esencia. Somos personas que dependen de la realidad del otro, y que el entorno depende de nuestra realidad. Es por esto, que cada paso vivido u observado, tiene repercusión en nuestro entorno, no de forma impuesta, si no que dándole sentido por medio de las experiencias a quien nos acompaña.

Cada paso, caída y situación apresurada de la cual aprovechamos, para generar intenciones provechosas para la vida, hablan del sentido de nuestro tiempo en la tierra, más importante aún de nuestra esencia, que es eterna.

Todos tienen el mismo sueño y es irrevocable, queremos que nuestros sueños, por ende nuestras experiencias, sirvan como ejemplo a quienes nos rodean y a quienes están por venir. Entendiendo así, que nosotros queremos de manera inconsciente, por intuición y corazón, perdurar en el tiempo, pero no con intereses individuales, si no que enseñándole a quienes llegan, que la vida es más sencilla de lo que ven, y que sin importar la sociedad en la que se está inmersa, cada paso es importante, y que cada sueño es valorable, a medida que cada uno le toma importancia y da sentido a nuestra vida. Dejando de manifiesto así, que el hombre, por esencia, por energía, por espíritu, o por lo que consideran como vida, tratamos de dejar una semilla en esta tierra. Semilla que habla de la inmortalidad de nuestra vida.

Sabemos que nuestra vida tiene fecha de caducidad, que existe un tiempo determinado en esta tierra, para cumplir nuestros sueños que están llenos aires de comunidad y sociedad, sociedad que queremos justa y noble. Es por esto que nuestra gran felicidad se completa aquí, cuando vivimos cada día como si fuera el último, puesto que cuando vivimos de esta forma, es cuando pasamos a formar parte de lo eterno y es por lo que tanto nos envidian los dioses. Nos envidian porque cada uno de nuestros días puede ser el último, porque cada día tratamos de mejorar nuestra vida, nuestro entorno, cumplir nuestros sueños, para darle satisfacciones y alegrías a quienes nos acompañan. Dejar por medio de lo que alegra al mundo, nuestra semilla, lo que llaman “Vida eterna”. Por eso nos envidian los dioses, porque no viven cada día como si fuera el último, no viven de reales pasiones, ni mucho menos de reales sentimientos y acciones. Simplemente viven esperando, que en algún momento de su inmortalidad puedan vivir como nosotros quienes, pueden ser recordados, recordados por lo sano, recordados por las caídas, recordados por los llantos, recordados por las esperanzas, por las alegrías, por las sonrisas, por nuestros sueños, por nuestra vida, vida que en la tierra es finita, pero vida que se hace tal, cuando se habla de felicidad, felicidad que se hace completa, cuando es compartida, y está vida es la que por su esencia, experiencias y vivencias, fue, es y será eterna.

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